PSICÓLOGO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES. TRES ASPECTOS FUNDAMENTALES A TENER EN CUENTA.

Parece ser una realidad universal el hecho de que cualquier psicólogo deba tener una formación, unos principios y unas actitudes específicas para poder llevar a cabo su labor psicoterapéutica. Sin embargo,  no es tan evidente la conciencia de que estas destrezas deben ser más específicas para aquellos profesionales que destinan su práctica clínica al trabajo con niños y adolescentes.

Hoy os hablamos de 4 aspectos fundamentales a tener en cuenta si vas a iniciar un proceso terapéutico con tu hijo/a o si estás valorando como futuro psicoterapeuta la opción de trabajar con niños y adolescentes.

SER CAPAZ DE ENTRAR EN CONTACTO CON EL MUNDO DEL NIÑO Y EL ADOLESCENTE.

El mundo de los niños y adolescentes es muy diferente del mundo adulto, por ello, el psicólogo que trabaja con niños y adolescentes debe estar familiarizado con las particularidades de sus mundos. Es cierto que un niño hasta llegar a ser adolescente ha tenido un desarrollo evolutivo muy extenso, por lo tanto, tenemos que tener en cuenta en qué momento evolutivo se encuentra para poder ajustar las demandas a su nivel.

Un psicólogo que dedica su práctica clínica diaria al trabajo con niños y adolescentes debe tener la  capacidad para acercarse a las percepciones de éstos y poder entender cómo piensan o sienten o cuáles pueden ser sus motivaciones. Para ello, habilidades como la empatía o la calidez se tornan imprescindibles. Ser empático permite al terapeuta ser consciente y admitir el punto de vista del niño, a pesar de que sus emociones, actitudes y conductas sean “un problema” en el contexto familiar.  Por su parte, mantener una actitud sensible y de calidez ayudará a que el niño o adolescente se sienta más seguro en el espacio que comparten.

Por otro ladopara conectar con el mundo emocional de cualquier niño o adolescente es importantísimo ser consciente de la vulnerabilidad que hay en ellos a la valoración y aprobación de los adultos. Debemos “ver más allá” de las emociones y conductas que nos están mostrando y tener en cuenta que, en muchas ocasiones, éstas pueden estar relacionadas a las expectativas que tienen sus adultos de referencia y a su necesidad de ser aceptados . Para ello, debemos validar sus emociones, pensamientos y conductas con aceptación incondicional. Si perciben esta aceptación, se sentirán seguros y se permitirán expresar sus miedos, enfados y frustraciones con la seguridad de que hay alguien que los entiende, acepta y valida. Es importante que esto se haga con sinceridad, ya que los niños y adolescentes son muy sensibles a captar la falta de coherencia en los adultos.

En muchas ocasiones, los niños y adolescentes necesitan saber que conoces sus referentes, ya sea youtibers e instagramers, series, películas o videos virales. Además, tienen que percibir que estás en sintonía con cualquier diversidad de referentes, costumbres, culturas, grupos sociales u orientaciones sexoafectivas. Esto les hará percibir que, aunque seas un adulto, conoces sus mundos.  Específicamente, con los adolescentes, tenemos que tener en cuenta que, en su mundo, el estar a solas con un adulto puede generarles incomodidad. Por ello, la confidencialidad, en el mundo de los adolescentes es algo primordial. Si eres padre o madre será algo que tendrás que tener en cuenta antes de iniciar cualquier proceso psicoterapéutico.

ACTITUD DE AYUDA E INTERÉS HACIA LOS ADULTOS Y FAMILIARES DELOS NIÑOS Y ADOLESCENTES.

Puesto que los niños y adolescentes dependen de los adultos que los cuidan, es importante que el psicólogo de niños y adolescentes tenga habilidades específicas para saber cómo conectar y atender a estos adultos, ya que son un foco importantísimo en relación al bienestar del niño o adolescente.  La relación con los padres requiere de las mismas habilidades que la que establecemos con los niños o adolescentes. Es importante que los padres no perciban al terapeuta distante, rígido o crítico en relación a la forma que tienen de ver el problema del niño. Al contrario, debe mostrar una actitud abierta hacia los diferentes puntos de vista, mostrando tolerancia, respeto y calidez hacia la forma que han aprendido a interactuar con sus hijos.

En muchas ocasiones, una de las primeras dudas que sienten los padres de niños y adolescentes que acuden a consulta es cómo decirles a sus hijos que tienen que recibir ayuda profesional. Os dejamos 7 aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de explicar a un niño o adolescente en qué consiste el trabajo de un psicólogo.

LA PROPIA HISTORIA VITAL Y MUNDO EMOCIONAL DEL PSICÓLOGO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES.

Ya hemos hablado en alguna ocasión en este blog sobre el autocuidado. En este caso, el cuidado hacia uno mismo que ejercen los psicoterapeutas será una parte fundamental para que puedan realizar su trabajo de manera eficiente. Como terapeutas, debemos estar conectados con nuestras emociones y sensaciones y escuchar las señales que nos envían. En ocasiones, éstas advierten de algún malestar o carga emocional que debemos atender. Por lo tanto, es un requisito imprescindible que el terapeuta sea consciente de sus emociones, creencias y propias dificultades personales para que éstas puedan ser identificadas, reguladas y recolocadas de tal manera que no interfieran en el proceso terapéutico. No obstante,  si de manera desproporcionada, desregulada y constante llevábamos a cabo una autoobservación o autocontrol de las propias reacciones emocionales puede ser contraproducente y generar una sobrecarga para nuestro estado emocional.

En ocasiones, el hecho de que el terapeuta revele ciertos detalles personales  al niño o adolescente puede generar una experiencia de mayor cercanía y coincidencia en la relación terapéutica. No obstante, estos datos deben tener como objetivo que el niño o adolescente se sienta comprendido y la información que se revela debe ser relevante para el tema o conversación de la sesión.  Es decir, debe estar relacionada con las dificultades del niño o adolescente y debe tener similitudes con lo que está viviendo.

Otro aspecto fundamental a la hora de poder conectar emocionalmente con el niño o adolescente que tenemos delante es la relación que tenemos con nuestros propios acontecimientos vitales y, específicamente, aquellos que están relacionados con nuestras experiencias y relaciones de apego establecidas en nuestra infancia. Estar en contacto con el niño o adolescente que llevamos dentro desde la aceptación incondicional será un factor protector para nuestra salud como psicólogos de niños o adolescentes.

Con todo esto, un terapeuta que dedica su práctica diaria al trabajo con niños y adolescentes experimentará a lo largo de su trayectoria profesional diferentes etapas o periodos. Unos estarán  llenos de energía, entusiasmo y satisfacciones y, por el contrario, otros estarán tintados de inseguridades, ansiedades y miedos sobre lo capaz o no que es para llevar a cabo su trabajo. Sin embargo, es importante no pelearse ni resistirse ante esta mezcla de sensaciones y etapas que forman parte del aprendizaje que genera nuestra profesión. Si vives todo esto como una parte natural del proceso de aprendizaje y te miras a ti mismo con una mirada de aceptación y compasión, podrás sostener y conectar con las emociones y vivencias de los niños y adolescentes que requieren de tu ayuda.

Lecturas recomendadas: “Habilidades del terapeuta de niños y adolescentes” – Alicia Fernández-Zúñiga. Pirámide.

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