TOMA LAS RIENDAS DE TU PROPIA VIDA ¿CONOCES A TU PANDILLA INTERNA?

Sí, como lees: tienes una Pandilla Interna que vive dentro de ti.

Es más, todos los días los integrantes de tu Pandilla Interna están presentes en tu vida y guían lo que sientes, lo que piensas, lo que haces y, en definitiva, dirigen tu vida. Si te preguntas por quién está formada, te diré que dependerá de tu historia de vida.

Todos estos personajes, en cierta manera, vinieron a vivir dentro de nosotros/as a través de las experiencias que tuvimos en el transcurso de nuestra vida y, por lo tanto, tienen su función: “el/la cobarde”, “el/la protector/a”, “el/la veinteañero/a en crisis”, “el/la miedosito/a”, “el/la adolescente”, “el/la niño/a asustado/a”, ”(tu) madre” o “(tu) padre”. Sin embargo, hoy quiero que pongamos el foco en aquellos integrantes de la Pandilla que nos impiden vivir plenamente porque están heridos/as.

Están heridos/as porque están traumatizados/as. Y es que, cada vez que algún hecho en nuestra vida se queda emocionalmente bloqueado o mal digerido, se forma un nuevo miembro “congelado” o “fragmentado” dentro de nuestra Pandilla, que quedará atrapado en algunas etapas de nuestra vida, con diferentes edades y contenidos emocionales.

Aunque todos tenemos diálogos internos entre estos miembros de nuestra Pandilla, no es tarea fácil reconocer quiénes viven dentro de nosotros/as. Muchas veces, cuando no entendemos por qué hacemos ciertas cosas, es posible que sea porque algo del presente disparó algo que nos ocurrió en el pasado y alguien de nuestra Pandilla Interna vino a hacernos una visita sin esperarlo. El problema llega cuando ese personaje, previamente escondido, toma las riendas de tu vida y comienza a tomar decisiones. Por ejemplo, tu niño/a herido/a interno/a toma decisiones en tu vida de adulto.

Por eso, debemos procurar entender lo que ese miembro de la Pandilla Interna necesita para calmarse, para curarse, para perder el miedo, para sentirse seguro o para aprender nuevas formas de actuar. Será entonces cuando podremos comenzar a disfrutar más de la vida.

En ocasiones, se tratará de decirle a nuestro/a niño/a interno/a lo que necesita desde nuestra parte adulta, en otras, necesitaremos aprender a perdonar a los miembros que hicieron cosas que nos producen dolor y resentimiento. También tendremos que aprender a sentir compasión por aquellos miembros de nuestra Pandilla que sufrieron y decirles que lo hicieron lo mejor que pudieron o sabían hacerlo para sobrevivir.

Para conseguirlo, nos ayudará la terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento Mediante Movimientos Oculares). Recuerda que ya te hablé de EMDR en mi primera entrada. Gracias a esta terapia, no tenemos por qué estar eternamente condenados a repetir las historias difíciles, sino que podemos encontrar soluciones para nuestros problemas antiguos por medio de la sanación de los miembros de nuestra Pandilla Interna.

Y es que, como decía Esly Regina: “el pasado no cambia, pero la percepción puede cambiar”. No os discuto que las experiencias serán siempre las mismas, pero los miembros de nuestra Pandilla Interna pueden entender qué pasó, aprender a tener nuevas perspectivas y, en definitiva: sanar. No tenemos por qué estar eternamente atrapados en ese pasado que nos hizo tanto mal. Debemos ayudar a los miembros de nuestra Pandilla Interna para que el pasado pierda el poder de herirles y, por extensión, de herirnos.

Bibliografía Utilizada:

    • Regina, E. (2012). Sanando la Pandilla que vive adentro. Cómo EMDR puede sanar nuestros roles internos. Brasil: TraumaClinicEdicoes
    • Shapiro, F. (2013). Supera tu pasado. Tomar el control de tu vida con EMDR. Madrid: Kairos.

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